25 de octubre de 2012

De caballos y otras bestias

No puedo dormir. Desde ayer, desde que vi a esa bestia. ¿Pueden culparme? Ustedes tampoco podrían.
Ayer todo comenzó bien. Un día prometedor por delante: la Histérica me despertó al grito de «¡Vamos al monte!». Qué feliz fui. Pero duró poco. Al rato de estar correteando, cazando piedras y persiguiendo piñas, nos topamos con un miembro de la raza canina, aunque yo me niego a considerarlo parte de mi propia raza. ¡Tremenda bestia! Juzguen ustedes. Aquí lo tienen:


Pero lo realmente aterrador era esa mirada:


¿Ven? ¿Ven cómo me está mirando? Pues resulta que la Histérica se enamoró del bicho. La cagamos. En cualquier momento se abre la puerta de casa y me la veo a lomos de ese gigante. Lobero irlandés, dicen que es. A mí me da igual qué lengua hable. Son ochenta y seis kilos. No tengo ninguna intención de entenderme con él. Menos mal que todavía puedo fiarme del Gordo, que trae algo de cordura a esta casa...

13 de marzo de 2012

¡He vueeeelto!

Pues sí, querido público. He vuelto. La Histérica no me ha dejado mucho el ordenador; entre sus exámenes finales y que se rompió el trasto (y ella misma un poco), imagínense...

Dejamos nuestro pequeño hogar en La Laguna para irnos a vivir a otra isla. En esa nueva casa no tenía terraza, pero sí un balconcito desde donde podía ver pasar la vida y tomar el sol. Y, mejor aún, podía ver al Gordo cuando volvía del trabajo. Nuestra estancia allí no estuvo mal del todo; descubrimos rincones agradables, barrancos con mil olores nuevos y alguna presa donde me di un chapuzón. Pero cuando ya me estaba acostumbrando, volvimos a nuestra vieja isla... Esta vez a un piso sin terraza ni balcón. Y ahí me entró la depresión. Para tomar un fisco de sol debía llorar para que me sacaran, porque no había otra manera. Pero todo cambió hace unos días... De repente me vi en una casa abierta. No sólo con terraza, sino con EL MUNDO ANTE MÍ. He subido cumbres, visitado playas y comido carne asada. He añadido un par de pretendientes a mi colección. He corrido y me he cansado. ¡He recordado lo bueno que es ser perro y estar vivo! Pero ahora no tengo ni idea de adónde vamos... Estamos de nuevo en un barco, pero desconozco el destino. ¡Espero que sea igual de emocionante que el último! Aquí pueden verme controlando el mundo desde mi puesto...

24 de agosto de 2010

Días extraños

Ni sé por dónde empezar. He oído de todo en este extraño, confuso agosto. He visto llantos y lamido lágrimas, he oído grititos histéricos de alegría. Para empezar, debería estar en esa casa rodeada de verde que tanto me gusta, persiguiendo gatos, pero tampoco he estado yo muy animada.

Mi madrina, Alicia, se fue. Y por esa congoja que he percibido en mis dueños, por esa desesperación, presiento que es para siempre. Mi madrinita, que venía a verme siempre, por la que me hacía pis en el suelo de la emoción, simplemente no logró vencer y se marchó. Pero qué alegría haberla tenido para empezar. Qué sonrisa tenía, cuántos mimos me daba. Si no hubiera sido por esa fiera que tiene en casa, ese terrier-toro, habría ido a visitarla yo a menudo, sí señor. Madrina, no sé muy bien adónde te has ido, pero debes saber que espero volver a verte, no te librarás de mí, ¿eh?


Y como si no tuviéramos bastante con la hija de Fefa, la tal Sookie, que la conocí el otro día y arrasó con mis juguetes, ahora está en camino un cachorro humano, ¡menos mal que no es del Gordo y la Histérica! Porque a saber qué saldría de ahí, ni imaginarlo quiero. No, este cachorro viene de otra Alicia, como caído del cielo. Igual lo envía mi madrinita como consuelo, aunque sería una broma pesada, sabiendo ella cómo detesto a los infantes, ya sean perrunos o humanos. No hay más que ver la cara de la Sookie para saber que nada bueno trama.


Pues así ha sido este mes de agosto, tristezas y alegrías, confusión y desconcierto, como la vida misma. Y la que se avecina, que la Histérica habla mucho últimamente de la 'crisis de los treinta' y que 'que le den a la crisis de los treinta, que lo bonito es cumplirlos, y no la alternativa', a saber. ¿Habrá más llanto? Sólo sé que quiere vivir muchos más años para experimentar más tristezas, alegrías, confusión y desconcierto. Está majara últimamente. Es decir, más de lo normal.

¡Y yo seré simple, pero todo cuanto espero es que los años que me quedan el Gordo siga dándome esos pedacitos de su sándwich matutino!

28 de abril de 2010

Próximamente...

Pues vaya. Resulta que la Fefa va a ser madre. No le veo yo el punto a eso, ¿eh? Pequeños perritos atosigándote todo el día, lloriqueando, mordisqueando tu cuerpo por donde puedan... Pobre, pobre Fefa. Menos mal que a estos dos ni se les pasa por la cabeza. Ni con los cachorros perrunos ni con los humanoides. Con lo bien que estamos así, los tres... Argh, si ya me daba cosa ir a ver a la Fefa, ahora tengo más razones (3 más, se rumorea) para no ir. Aunque mucho me temo que la Histérica querrá ver esas cosas. No le bastaba a tía Raquel con pincharme en la consulta, no...

3 de enero de 2010

¿Dulce Navidad? ¡Amarga locura!

Salir a pasear estos días es una auténtica odisea, un infierno por lo que yo llamo LA FIEBRE. Prefiero quedarme metidita en la caseta y esperar a que pase esta fiebre, en la que a todo el mundo le ha dado por salir a la calle, por meterse en tiendas, por caminar y correr con esa horrible musiquilla repetida de fondo. Afortunadamente el Gordo y la Histérica huyen de este jaleo también, y hoy hemos ido de chuletada al monte. ¿Y qué ha sido lo mejor? Pues que toda, TODA la zona recreativa era para nosotros. No había ni un alma. Se ve que la gente prefiere gastar y comprar en esos sitios llenos de cosas inútiles y poco prácticas por las que hay que pagar. Qué follones se traen estos humanos. Y mientras, yo tan tranquila, comiendo salchichas y chuletas y persiguiendo piedras.

Creo que queda poco para que termine la fiebre, pues hay un montoncito de paquetes en un rincón de la casa. Recuerdo que en años anteriores esa montañita era previa a volver a la rutina. Quedarán un par de días a lo sumo. Qué ganas de volver a mis paseos matutinos por la calles despejadas. Qué ganas de tener a estos dos tranquilitos por casa, sin musiquillas ni lucecitas..., ¡pero que no se acaben los polvorones!

20 de noviembre de 2009

Buff...

Buff, el frío y la humedad ya se dejan notar. Espero que a la Histérica no le dé por cortarme el pelo hasta la primavera... El Gordo es más razonable con eso, pero a ella le parece que estoy más suave y 'estéticamente aceptable' con el pelo corto, aparte de que no voy dejando tanto pelamen por la casa. Encima me ha venido esa cosa del celo. Jejje, me encanta hacerlos sufrir... Tengo una técnica que no falla; cuando paso delante de un chucho, me detengo, él percibe mi estado, se vuelve loco y viene hacia mí, y entonces me largo, ¡juajja! Qué risa, pobres machos...

Ummm... Otra novedad es que han puesto un arbolito chiquitito en la esquina. Fui contenta a olisquearlo, pero puaj, es de plástico. ¡A ver si este fin de semana tocan árboles de verdad! Che, pero con el Gordo, que la Histérica se siente culpable y dice que tiene que estudiar. A ver si el Gordo me lleva al monte, a ver si tengo esa suerte... Gordo, si lees esto, ¡¡anda, llévame al campo!!

14 de octubre de 2009

Cambios

Ya no puedo saltar desde la cama al sofá, porque no llego. Y mi caseta está lejos de la cama, pero eso no importa, porque siempre acabo subiéndome para dormir con ellos. Esta gente ha modificado la casa; ahora las paredes son verdes y me recuerdan al monte, por eso los primeros días lloraba y gemía, porque no veía los árboles. Ellos pensaron que me deprimían los cambios. Nada, se ve que estaremos en esta casa mucho tiempo y han pensado que sería mejor hacerla algo acogedora. Que la verdad, ya era hora, que las paredes daban pena de la humedad que rezumaban. Otra diferencia es que ahora el Gordo duerme en el lado derecho de la cama, porque la Histérica dice que ahora le gusta más el lado izquierdo, pues está más resguardadito. Pobre Gordo, cómo le manipulan.

A mí me da igual cómo estén puestos los muebles. Lo mismo da si las paredes son verdes o blancas con manchurrones negros. Lo mismo da. Siempre que vuelven a casa me buscan y me hacen arrumacos, y cada mañana me toca un pedacito del sandwich del Gordo. Y todos los fines de semana nos vamos a caminar al campo, o a chapotear a la playa. Mientras esas cosas, las importantes, no cambien, lo mismo me dan los colores.

31 de agosto de 2009

Abandonada

Me abandonaron, señores. El Gordo y la Histérica me dejaron aquí, en este pequeño paraíso que es El Hoyo, con esta amable gente, y se largaron. Pensaron que al estar en el campo, con espacio para correr y rincones que inspeccionar, no me daría cuenta de su ausencia. Error. Los Otros me llevaron a la ciudad unos días, y allí estuve encerrada en un piso. Sola, sin terraza, ni un fisco de aire libre. Y sin ellos. Me puse enferma. No tenía ganas de nada, ni de comer. Así me pasé los días, echada en la cama, desganada, triste e inapetente. Hasta que me trajeron de nuevo a La Gomera, donde ya pude entretenerme un rato de nuevo persiguiendo gatos y olisqueando la tierra. Hablé con la Histérica por teléfono un par de veces y me dijo que faltaba poco para vernos. Y así fue. A los pocos días aparecieron los dos. Corrí hacia ellos, les pasé la lengua con fuerza inusitada por la cara, las manos, por donde alcancé. Y hasta ahora no me he despegado de ellos, no vayan a dejarme de nuevo.