5 de julio de 2009

¡En mi salsa!

¡Al fin! Al fin me encuentro en este pequeño paraíso que es La Gomera. Y no es que vea mucha isla, pero en esta casa una nunca se aburre. Hay más gatos que nunca, aunque no todos huyen cuando me ven. Además, hay un chinijo que me persigue. Es un verdadero agobio. Le gruño, pero no se da por aludido, y cuando intento morderle ¡la Histérica me lo reprocha! La verdad es que es tan minúsculo que podría arrancarle la cabecilla esa de un mordisco, quizás debería dejarlo... Total, yo también fui cachorro, y bien saben estos dos que mis buenas trastadas hice (y ellos jamás intentaron morderme, aunque alguna vez vi al Gordo con mucha, mucha hambre).



Todos los días salimos por la mañana y por la tarde a dar un paseo por el barranco. Muchas veces se apunta Miki, mi viejo amigo-pretendiente del verano pasado, y nos acompaña hasta la playa. Yo creo que todavía quiere jaleo conmigo, pero ahora no estoy en esos días... Prefiero jugar. Y por cierto, a partir de mañana podré volver a hacerlo con mi queridísima amiga Linda, a la que sólo veo en esta época del año. Mañana viene para acá. Me han dicho que ha engordado bastante, así que igual no está tan ágil como solía, pero pasaremos buenos ratos, seguro. El año pasado la noté algo tristona desde que le quitaron los cachorros, a ver si está más animada.

Bueno, les dejo, que la Histérica me llama para tirarme mangos inmaduros y que vaya a por ellos.

¡Salud!

4 comentarios:

esperanzado dijo...

Disfruta Uguita, que pronto volverás a casa y ya no verás cesped, ni a linda ni huerfanín estará todo el día intentando olerte tus cosillas......

Pancho dijo...

uf, los gatos suelen ser tremendos. Y es cierto! ya no nos tienen miedo! ¿Cuando fue que pasó esto?

Patita, amiga...

Tushin dijo...

¡Tienes suerte de que la Histérica sólo te tire mangos! Peores suertes han caído sobre otros. Dentro de poco vas a tener una primita: es un poco picuda, pero es lo que tiene ser eriza ;oP

Anónimo dijo...

Pues sí, Uguita, tu queridísima amiga Linda decidió comerse a tu gatín amiguín después de tu marcha. Así es la vida. Inverosímil. Y así es la muerte. Inevitable.
Ahora reposa en un guapo rincón, rodeada de dichondra fresca y verde. Descanse en paz.