18 de febrero de 2008

Un día más

No hay mucho movimiento por aquí últimamente. Me paso el día dormitando,comiendo y jugando yo sola. Ella se pasa horas en ese sillón, con un cuaderno u otro, con el ordenador, con la bolsa de agua... Le incito a jugar mordiendo y babeando su brazo. Yo lo veo encantador, y ella debe verlo así también, pues me da unos empujoncitos la mar de graciosos como para que yo también juegue. Aunque una vez casi me tira del sofá, la tía bestia.

En cuanto a mi vida social, por lo visto estoy haciendo progresos, y eso nos gusta a los tres. Ya no tengo miedo cuando se me acerca otro chucho por la calle. Es más, he descubierto el placer de oler el culo a mis congéneres. Pero no se paran a jugar. Pasean con su gente y no se detienen a retozar un poco. Parece que esa gente les domina. Yo tenía entendido que las personas sacan a los perros, pero parece que sólo se sacan a ellos mismos acompañados por sus mascotas. Si sacaran realmente a sus perros, les permitirían socializar un poco más, detenerse con cada animal que quiere hacer contacto. Pero nada, más de una vez me he quedado con las ganas de juguetear un fisco.

Por suerte estos locos me tiran la pelota, el dragón verde, el erizo amarillo, la otra pelota, el periódico, el perrito caliente, la bola de papel arrugada envuelta en cinta adhesiva (juguetes caseros improvisados, los mejores), la pelota amarilla, la cuerda, la bola mecánica, el cuchinflunqui violeta que se ilumina, el trozo de algo que venía en el paquete de algo, la otra pelota, el gatito de mi madrina, el perrito de Irlanda, el perro a pilas destripado y sin oreja (obra mía todo), la pelota de tenis, el pollo de goma, el delfinito azul, los alicates, el ratoncito de cuerda sin cuerda, el trompo de la infancia de mi amo, los cachos de calcetines y trapos y la otra pelota.

Pero el juguete que más me gusta y que más echo de menos es la pelota naranja de gomaespuma, que vino a esta casa antes que yo, esperando mi llegada, y que él tiró por considerar tristemente que estaba inservible. Pero ya ella le echó un rapapolvo sobre el valor sentimental que tenía esa cosa blandita y destripada.

¡Que no acabe el juego!

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Ayyy! Cari, ya te dije que la niña se nos iba a traumatizar sin su pelotita de gomaespuma. Como vuelvas a tirar un cachivache viejo, sucio e inútil sin pedirme permiso... Desde luego... No tiras los envases vacíos de gel y champú cuando se acaban, pero veeenga! A la basura con los juguetes de la criatura!